¿A cómo el semestre? 

Estamos a mitad del 2021 iniciando el segundo semestre académico de los pregrados en las instituciones de educación superior en Colombia; luego del 2020, un año atípico, difícil, con una situación nunca antes vivida por nosotros ni por nuestros progenitores ni abuelos, y con un impacto global que se ramifica en todos los aspectos de nuestras vidas … nunca había pasado algo así y aún no termina. 

Sin entrar en la ya constante conversación sobre el covid19, su impacto y el futuro incierto, podemos charlar sobre la educación superior; se tuvo que implementar un cambio en la modalidad educativa que pasó de ser presencial a ser remota o a distancia pero nunca virtual – la educación virtual es diferente y ya estaba aquí – lo cual obligó a todo el estudiantado a aceptar una nueva forma de recibir su formación, con un profesorado que también tuvo que adaptarse a este cambio drástico y retador. 

Se está logrando y continúa mejorando, eso es lo que se esperaba y está funcionando, aunque ya el clamor general sea el de volver a la presencialidad y algunas instituciones lo están haciendo, pero a velocidad muy reducida con un temor grande por la incertidumbre de este virus que seguirá afectándonos y nosotros intentando “buscarle la comba al palo”. Pero sin duda el gran desafío es el impacto que ha tenido la economía, la disminución de ingresos y/o la pérdida de empleos o clientes en todos los sectores económicos de  nuestro país, departamento, ciudad, municipio, barrio, vereda, invasión, etc.; esto obviamente ha afectado a las universidades también, ya que muchos de sus estudiantes han tenido que volver a aplazar sus semestres o incluso cancelar sus proyectos de estudio, siendo esta situación el principal motivador para replantear el modelo de negocio que tiene cada universidad y la oferta educativa que se ofrece. 

 Es importante entender que cada institución está haciendo lo que mejor puede acorde a sus capacidades y plan de desarrollo, el cual entre muchos otros aspectos incluye: compras e implementación de softwares para el desarrollo de las clases, adquisición de elementos para dar el debido soporte administrativo y que funcione el trabajo remoto de sus empleados, capacitaciones a su planta docente para una correcta transmisión del conocimiento en esta modalidad, adecuación de sus contenidos curriculares, continuación de sus procesos de calidad, evaluación propias y ante entidades del gobierno, preparación de sus instalaciones para el regreso del estudiantado, profesorado y personal administrativo, y en fin muchos otros aspectos más que se necesitan para continuar funcionando correctamente y acorde a lo que planea cada institución. 

Sin embargo, el tema económico siempre estará opacando todo este esfuerzo porque es el aspecto que más ha afectado a las personas en Colombia; el estudiantado continúa solicitando descuentos para el valor de sus semestres, otros han solicitado créditos y otros más no han pagado aún y se demorarán en pagar, siendo esta una situación ya aceptada por las personas y que han aceptado obligatoriamente debido al impacto de la pandemia. ¿Pero y la situación de las universidades? Las instituciones necesitan el dinero para continuar funcionando, pagando toda su planta de empleados, sus créditos, sus proyectos de crecimiento, etc. etc. Y si bien es cierto que tienen dinero, unas más que otras, mucho de ese dinero se ha utilizado en afrontar el Covid19 y su impacto. 

Es aquí donde está el punto álgido y de discusión porque cada lado tiene razón, con sus justificaciones y situaciones que soportan dicha perspectiva; ya se dijo: Nunca habíamos afrontado una situación similar y es por ello que ahora más que nunca esa conversación, entendimiento y acuerdo entre partes se necesita urgentemente que continúe, para lograr continuar nuestro diaria dinámica como sociedad y con ello vislumbrar el camino que debemos tomar y a la vez forjar teniendo al Covid19 presente en nuestras vidas.  

Aquí es donde se empieza a adaptar y mejorar la competitividad como país, la cual es el resultado de todo lo que hacemos a nivel individual, familiar, profesional y social en nuestro diario quehacer en nuestros diferentes entornos. 

Es un camino difícil y por ello se necesita que quienes mejor lo entienden, ayuden a quienes aún no lo perciben claramente para poder trabajar en conjunto. 

No se tiene una respuesta, ni una estrategia clara y este escrito no se trata de dar una tampoco; es simplemente entender que nos toca a todos y todas descubrir como seguir adelante.