Colombia tiene una economía emergente y estamos a la altura de varias capitales del mundo en muchos aspectos – valor de alquileres, accesibilidad a tecnología, educación, gastronomía, acceso a bienes y servicios, entre otros – ; esto es lo que se lee y escucha en algunos artículos, reportes e informes de varios medios.

Pero más que intrigarme si es cierto o no, me pregunto en realidad si estamos emergiendo o copiando … desde hace muchos años escucho el término «americanizado» en referencia a comportamientos, productos, servicios, espacios, moda y muchos aspectos presentes en nuestras vidas. Tiene mucho que ver el hecho de que el sueño de muchas personas sea el viajar de paseo a los Estados Unidos de América y el sueño de muchos más es el poder irse a vivir y trabajar allá y alcanzar el famoso “Sueño Americano”; en la nación más poderosa del mundo.

Por ende es apenas lógico que mucho de lo que se tiene allá se quiera tener acá y que las personas estén dispuestas a pagar por ello ya que representa una supuesta mejora en la cultura y calidad de vida. Este comportamiento se refleja en el comportamiento de nosotros como sociedad; no se engañen todo lo que se vende y oferta es resultado de cómo nos comportamos, y todo lo que podemos alcanzar y obtener.
Esto lo vemos en ejemplos simples como los descuentos en cualquier almacén donde siempre se mezcla el «Sale» con «al 50%», o simplemente con la infinidad de nombres de empresas, negocios y otros en inglés o con palabras en español pero con apóstrofe que terminan significando nada o algo solamente para quien se inventó el nombre. Tampoco podemos dejar de lado que todo lo que adquirimos nos otorga un mayor estatus si viene de USA o tiene palabras en inglés así no sean coherentes.
Hoy en día tenemos franquicias y oferta gastronómica americana y los jóvenes se hacen tatuajes con textos en inglés y su jerga incluye cuantiosas palabras del idioma americano.
El gobierno insiste en que seamos un país bilingüe pero solo con el inglés; y la mayoría de locales y negocios están decorados y distribuidos para sentirnos como en USA (entorno laboral y espacios para clientes).
Que esto sea malo o bueno no lo sé; pero lo que me inquieta es que cada vez más las comunicaciones y las personas que las diseñan solo quieren sentir que están en USA y se expresan igualmente, sin todavía entender que este es un país pobre donde solo en algunas ciudades capitales se quiere o puede vivir de esta forma y en el que además se piensa que el receptor es tan “gomelo” como el que diseña la estrategia o comunicación, ya sea de una marca, producto, servicio y/o empresa.
Estamos muy americanizados… no queremos comprender la importancia de nuestras raíces y no nos damos cuenta que como economía emergente vamos a llegar a un punto donde supuestamente estemos y nos sintamos bien, pero no vamos a saber quiénes somos y ello puede conllevar a un derrumbe social porque nuestra identidad se está perdiendo y la sensación de bienestar generalmente dura poco; esto ya ha pasado en otros países y podemos aprender de los errores ajenos.

 

Pero sin ser pesimista o caer en el negativismo, no tenemos que estar tan americanizados, podemos disfrutar de las cosas y aspectos buenos que ello conlleva y a la vez continuar con lo bueno de ser colombiano porque lo malo si debemos olvidarlo y nunca más repetirlo; y tal vez en un futuro cercano nos comportemos aquí en Colombia igual a como nos comportamos cuando salimos a un país más avanzado que el de nosotros.
Y aquí el Mercadeo juega un papel esencial, podemos generar estrategias acorde a nuestra identidad con productos y servicios que se adaptan a nuestra idiosincrasia para con ello forjarnos como una sociedad única y especial, la cual ya es reconocida por lo pujante, lo inteligentes y buenos trabajadores que somos y por nuestra capacidad de resilencia; esto nos permitirá que en 10 o 20 años cuando nuestra economía y calidad de vida sea un poco mejor y tengamos una mayor estabilidad mental individual y como sociedad, podamos alcanzar un nivel de funcionamiento adecuado a nosotros que permita la integración de lo extranjero respetando lo nacional y sobre todo nos conlleve a mejorar continuamente sabiendo quienes somos, conociendo nuestras fortalezas y debilidades para con ello ser en realidad un sitio donde los demás quieran venir a vivir y aportar; y tal vez a futuro cuando viajemos ya no se nos pega el acento de nuestro destino así estemos por dos días.